Juguetes eróticos, artilugios genitales y subterfugios comerciales

En los últimos tiempos puede observarse un auge en la promoción de toda suerte de artículos, artilugios y artefactos (llamados juguetes) centrados mayoritariamente en el placer genital, que no sexual o erótico*.

Conviene precisar que, en rigor, se centran sobre todo en pequeñas zonas de los genitales y en algunos de sus posibles placeres sensoriales, por lo general de tipo táctil.

Es decir, algunos placeres, pues «el placer» quizá sea mucho decir; pequeñas zonas, pues no es todo el genital; de tipo táctil, pues acaparar todo lo sensorial sería exagerado al haber 5 tipos de sentidos/sensores; y posibles placeres, pues hay a quienes ni fu ni fa y obviamente no son bichos raros. Lo cual ya es, cuando menos, bastante más limitado y modesto que «placer genital», y eso permite tasar un poco mejor el grado de realidad que se presenta en dichos mensajes publicitarios.

Se venden, como es lógico, de muy diversas maneras. Si algo tiene la industria de los placeres genitales (recuérdese: algunos de los posibles placeres sensoriales generalmente de tipo táctil producidos en algunas zonas genitales pequeñas), es que no reparan en medios y se preocupan de (casi) todos los detalles.

Por ejemplo, en esta “pornografización” de los placeres (o sea, en su comercialización) han logrado que, además de mejorar significativamente la atención de la clientela, haya personal especializado en su asesoramiento. Incluso han logrado que haya profesionales que lo defiendan con argumentarios de lo más diverso también. Preocuparse por (casi) todos los detalles, es lo que tiene.

Todo esto, que es muy propio de la actual sociedad de consumo (un tanto compulsivo) y donde a nadie se le escapa que los placeres hace tiempo que se convirtieron en un objeto más del mercado, no llamaría lo más mínimo nuestra atención si no fuera por dos motivos principales: uno, relacionado con la terminología; y el otro, con el agostamiento de la creatividad. Hoy quisiéramos detenernos únicamente en el primero de ellos.

Como buenos comerciantes, se han apropiado rápidamente de la terminología (no así del concepto, pero qué más da, business is business ¿verdad?). Así, se pueden encontrar en sus variados discursos términos como sexo, sexual, erótico, erótica, liberarse, derecho a, expresarse, crecimiento, autonomía, encuentro, pareja, relación, etc. Es decir, todo un vocabulario bien memorizado, aunque -como los malos alumnos- poco comprendido, en torno a estos productos de consumo.

Por ello, la reflexión que deseamos compartir no se centra en estos artículos, artilugios y artefactos destinados a pequeñas zonas de los genitales y algunos de sus posibles placeres, generalmente de tipo táctil. Ni tan siquiera en su campaña planificada y coordinada de «meterlos hasta en la sopa» con el mensaje de «no sabes lo que te estás perdiendo», «no caigas en la rutina», «tienes derecho a ello» o también «atrévete, ahora ya puedes».

Donde queremos centrarnos es en el sistemático ejercicio de confundir la parte con el todo, principalmente a través de su vocabulario mimético.

Por nombrar la confusión central, «placeres eróticos» no hace referencia a los gozos, disfrutes y satisfacciones de los genitales y su periferia (con la participación o no del otro) sino justamente a lo contrario: los gozos, disfrutes y satisfacciones que se originan en las búsquedas para el encuentro con el otro (con la participación o no de los genitales).

Esta inversión o perversión del significado de Erótico es, cuando menos, de mal gusto.

¿Juguetes eróticos? Como diría aquél, un poco de por favor…

Este descuido tampoco es de extrañar. Los adjetivos que se emplean ya no cumplen su función de complementar o calificar al sustantivo que acompañan, ‘juguetes’, sino que se usan para captar el interés de quien escucha. Es decir, son adjetivos comerciales empleados para vender, no para aprender (pese a que el aprendizaje y la pedagogía aparezcan en gran parte de sus mensajes) y menos aún para comprender.

¿Qué otros adjetivos, algo más correctos, podrían usarse? No creemos que nos corresponda pensarlos pero ya que estamos nos animamos con tres…
¿Juguetes lágnicos o para las excitaciones? No, que igual no se entiende.
¿Juguetes hedónicos o para los placeres? No, que igual suena a vicio y el público diana ha de ser más amplio.
¿Juguetes genitales o para los genitales? No, que igual suena feo o incluso a higiene (aunque curiosamente luego no haya muchos reparos en hablar de juguete anal o para el ano, placer anal, etc. ¿Será que actualmente «ano» está de moda? ¡Ay!).
En fin, que con estos adjetivos probablemente nadie se va a hacer de oro.

Puede observarse también la tendencia a adjetivar con «sexual» aquello que intencionalmente va destinado a hombres y con «erótico» aquello que intencionalmente va destinado a mujeres. Hace unos cuántos años pasaba algo bastante similar con sexo y sexualidad. Qué curioso…

Quisieramos pensar que tras esto no subyace la idea de considerar lo erótico como «lo fino de lo sexual», o como «lo sexual con sentimientos», pero a saber… Sea como fuere, juguetes sexuales o juguetes eróticos claramente se llevan la palma. Al menos parece que funciona y vende y, a juzgar por su proliferación, se diría que lo hace mucho.

Dicho sea de paso, y como cierre: los auténticos juguetes eróticos (o de Eros), por así decirlo,  somos los sujetos sexuados, hombres y mujeres. Es con nosotros con quienes escurridizamente juega Eros suscitando ideas y urdiendo complicidades a su antojo. Por ello, desde aquí rogamos que se deje tranquilo a Eros al hablar de cachivaches.

* Nota: Como profesionales de la sexología, creemos que algo toca decir. Algo, claro está, que no pase por contribuir ingenuamente desde la acción u omisión a la disfunción semántica, la intoxicación terminológica y, en definitiva, a la confusión y enredo entre los sexos.
Si en décadas pasadas se han realizado ingentes esfuerzos por descriminalizar el concepto de sexo y restaurarlo como un valor, de poco o nada serviría si ahora contribuimos a estropear a Eros sustituyendo indiscriminadamente erótico/a donde antes ponía sexual. No podemos obviar que son parte de lo mismo: la pregunta fue el Amor (Eros) y su respuesta fue el Sexo.

Samuel Díez Arrese y Juan Lejárraga Vera


Bibliografía

Amezúa, E. (1999) Teoría de los sexos. La letra pequeña de la sexologíaRevista Española de Sexología, 95-96, monográfico doble.
– (2006) Sexologemas (Cuando los genitalia no nos dejan ver el sexo)Revista Española de Sexología, 135-136, monográfico doble.
– (2013) Sobre los juguetes genitales. Recolección de artículos del kiosko del Instituto de sexología Incisex.
Amezúa, E., Foucart, N. (2007): Los seres cortados. Primera entrega: La ciudad de los seres cortadosRevista Española de Sexología, 141-142, monográfico doble.

Herbenick, D. et al. (2009) Prevalence and characteristics of vibrator use by women in the United States: results from a nationally representative study. Journal of Sexual Medicine, Vol. 6, 7, pp. 1857-66.
Women’s vibrator use in sexual partnerships: results from a nationally representative survey in the United States. Journal of Sex and Marital Therapy, Vol. 36, 1, pp. 49-65.

Lejárraga, J. (2009) Los placeres de los demás. Recolección de artículos del kiosko del Instituto de sexología Incisex.

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Acerca de sexologia en redes sociales

Sexología en redes sociales es un espacio creado por Samuel Díez y Juan Lejárraga, profesores del Máster en Sexología del Instituto de Sexología Incisex y la Universidad de Alcalá de Henares, co-coordinadores del programa de Sexología Avanzada. Blogs: https://sexologiaenredessociales.wordpress.com/ ; http://heroedesillon.wordpress.com/
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12 respuestas a Juguetes eróticos, artilugios genitales y subterfugios comerciales

  1. Sexoguay dijo:

    Hola soy un veterano en la venta de accesorios para la vida erótica y un recién llegado entre los profesionales de la sexología.
    Estos son algunos comentarios al texto:
    – Lo que ocurre con los juguetes sexuales, es un reflejo de la realidad sexual que vivimos. El mercado de accesorios eróticos está más centrado en el placer genital al igual que las vidas sexuales de las personas. Lo que no quita para que haya otro tipo de accesorios que puedan ser utilizados para despertar el erotismo de otras formas no genitales: aceites de masajes, masajeadores, perfumes, bodypaints, esposas, antifaces, novela erótica, lencería, juegos de mesa…
    – Está claro que «publicidad» en muchos casos es igual a engaño o manipulación. Supongo que unas veces intencionada y otras no. Pero en el mundo de los accesorios para la vida erótica, estamos, existimos profesionales que intentamos no engañar ni manipular en la promoción de nuestros productos.
    – Me considero un profesional en el asesoramiento en la compra de accesorios sexuales. Además de llevar 20 años vendiéndolos, tengo formación en sexología y considero importante conocer en profundidad este mundo de los accesorios por los profesionales de la sexología. Pero no solamente para recomendarlos cuando hay problemas, sino como una opción que está ahí para quien quiera usarla. En ocasiones me ha parecido percibir a algunos profesionales de la sexología que consideran un desprestigio hacer ver a sus clientes/as que tienen conocimientos amplios sobre el mundo de los accesorios.
    – La terminología está ahí para ser usada, también por los comerciantes de accesorios, y unos la usarán de manera apropiada y otros menos. En sexoguay.com intentamos usarla correctamente. Como en todo en esta vida, también entre los terapeutas sexuales habrá quien use mejor o peor el lenguaje
    – «…artículos, artilugios y artefactos destinados a …….. “meterlos hasta en la sopa” con el mensaje de “no sabes lo que te estás perdiendo”, “no caigas en la rutina”, “tienes derecho a ello” o también “atrévete, ahora ya puedes” » .
    Se percibe cierto desprecio con esa terminología para referirse a los accesorios. Y sobre los mensajes, también existen muchos otros mensajes que pueden ser correctos en la promoción de accesorios.
    – El lenguaje sirve para comunicarse, y puesto que son “accesorios” (es decir herramientas u objetos auxiliares), o “juguetes” (es decir objetos para jugar y entretener) , son accesorios digo, que la gente los relaciona con lo erótico y lo sexual (términos que pueden ser más o menos equivocados, pero que tienen un significado concreto en la calle, aunque pueda ser distinto en cada mente y pueda ser distinto para los profesionales de la sexología),. Si son los términos que entiende la mayoría del público para referirse a ellos, ¿por qué no usarlos para calificarlos si sirven para entenderse? .
    Y al referirse a «vender» accesorios eróticos, en el comentario final de párrafo vuelvo a percibir el rechazo, parece que molesta la venta y proliferación de accesorios eróticos, sea esta hecha de la forma que sea.
    – “Cachivaches”, Percibo de nuevo cierto desprecio a los juguetes eróticos, en mi opinión son una opción que tenemos los sujetos para incorporar o no a la vida erótica. Y es una opción que puede aparecer o no entre esas ideas y complicidades que se sugieren los “auténticos juguetes eróticos”.

    Un saludo
    Fernando Alonso
    Miembro de la AES
    http://www.sexoguay.com
    http://sexualidaderotismo.wordpress.com/

    • Hola Fernando!
      Como siempre gracias por acercarte por aquí y comentar los temas. Aunque, sinceramente, lamento un poco que esta vez lo hagas más como veterano vendedor de este tipo de productos que como profesional de la sexología interesado por otras cuestiones.

      Pero bueno, sin duda y como siempre, algo se puede rascar. Considero tu aportación como un gran y buen ejemplo de ese punto que señalábamos sobre “cuidar (casi) todos los detalles”. Y, sobre todo, en eso de que “haya profesionales que lo defiendan con argumentarios de lo más diverso también
      ”.

      Sigo tus comentarios con guiones:
      – Como decíamos, «centrados mayoritariamente» no significa exclusivamente. De ahí que comentes el resto de productos para el consumo que se puede comprar en estos establecimientos. Sin duda, veterano vendedor 😉

      – Sin entrar en los motivos, menos aún en acusaciones, lo que hemos hecho ha sido una descripción general y algo más neutra de estos productos para que se pueda comparar con los mensajes que se transmiten en las publicidades. Las más engañosas y las más honestas. No obstante, me alegra que, nuevamente como vendedor, afirmes estar donde se intenta no engañar ni manipular.

      – Aquí vamos a tener, al menos, tres diferencias (también importantes) entre nuestros modos de entender el ejercicio profesional que compartimos, el de la sexología:
      La primera, que tanto cuando la cosa va bien como cuando no, es difícil que en mi ejercicio profesional anime a nadie al consumo. Menos aún, al consumo desde el ánimo lúdico, hedónico o lágnico. Y este «vicio» también me viene de hace un par de décadas, con mi trabajo como educador.
      La segunda, que me cuesta mucho explicarme (igual estoy muy ciego) cómo un conocimiento mayor de productos de consumo (de cualquier tipo) puede mejorar la atención profesional que ofrezco.
      La tercera, las recomendaciones basadas en lo que a mí me parece que estaría bien no tienen cabida en mis intervenciones. Es imposible que yo sepa lo que les viene mejor.

      – La terminología está para ser usada, por supuesto. Con mayor o menor fortuna, claro. De ahí la nota del final.
      Me alegra que intentes utilizarlo correctamente en tu establecimiento.

      – En efecto, para referirse a esas expresiones comerciales (que no a los productos, como ya hemos precisado), cierto desprecio es quedarse corto. Ya te adelanto que, sobre estos temas de los disfrutes, toda línea que por objetivo o consecuencia problematice la experiencia de los encuentros, recibe mi más absoluto desprecio.
      La distinción entre producto y sus estrategias de comercialización es algo que tenemos extremadamente claro y considero que también queda claro en la entrada.

      – Este comentario sobre el lenguaje me resulta un poco contradictorio con tu comentario anterior sobre intentar usar los términos correctamente. Tal vez sea aquí donde la coexistencia entre vendedor y profesional sea poco menos que ilusoria.
      Como vendedor interesa que la clientela te entienda, obvio.
      Como profesional de la sexología me interesa más que se entiendan entre ellos. Y, nos guste más o menos, nos entendemos con palabras. Creo que hay una diferencia importante.
      En ese sentido, no me explico cómo puedes emplear entonces: vida erótica (3 veces), juguetes sexuales, realidad sexual, accesorios eróticos (tres veces), vidas sexuales, erotismo, novela erótica, accesorios sexuales, terapéutas sexuales, juguetes eróticos (dos veces).
      Cada una de las 5 veces que aparece “sexual” y las 11 veces que aparecer “erótico” ¿Te refieres exactamente a lo mismo? ¿Esto contribuye en algo a que se entiendan los sexos? ¿Se ve así la confusión que se genera? Se entiende el reclamo para la venta pero, por decirlo suavemente, no aporta mucho a que los sexos se entiendan (con palabras) entre ellos.

      – Nuevamente nos preocupan las estrategias de comercialización y no los productos en sí. Por ello, comentamos que, como estrategias que obedecen a un fin (vender) resultan eficaces. No hay desprecio a los productos en sí, créeme. Pero has de entender que considerando a los sujetos como, por así decirlo, los verdaderos “juguetes eróticos”, sólo la idea de referirme a esos productos como juguetes eróticos es, cuando menos, cómica.

      – Cachivache hace referencia a inútil y es exactamente así como los consideramos en los terrenos protagonistas de Eros (no así en el de las excitaciones o algunos de los placeres, que es para lo que están diseñados). Tal vez haya aquí una cuestión conceptual de fondo. Créeme también que si quisiéramos referirnos a dichos productos de forma despectiva encontraríamos otros adjetivos bastante más ajustados… 🙂
      ¡Un abrazo Fernando!

      • Sexoguay dijo:

        Entonces Xamu, en tu opinión ¿se puede hacer promoción e la salud sexual desde mi puesto de trabajo como vendedor de accesorios… (no los califico pero espero que sepas a cuáles me refiero)?
        Un saludo Xamu

        • Hola de nuevo Fernando!
          La verdad es que me haces una pregunta complicada (o comprometida, no sé muy bien) porque la Salud sexual no es mi campo, sino que lo es la Sexología.

          Y, desde nuestra perspectiva, no es que puedan ser consideradas como sinónimas sino que resultan altamente antagónicas. Más allá de cuestiones políticas, esnob, etc., relacionadas con «el buen árbol al que cada cual se arrima» este antagonismo existe tanto en su recorrido histórico, epistemológico y teleológico como metodológico y para la intervención. Es decir, pleno.

          Así que no tengo más remedio que tratar de reformular tu pregunta a otra que pueda responder con algo más de legitimidad. Por ejemplo: ¿cómo se puede ayudar a los hombres y mujeres a buscarse, encontrarse y convivir a gusto, desde un establecimiento como el tuyo?

          Y entonces ya me salen varias cosas que serán más o menos afortunadas. Por ejemplo:
          – No confundiendo los deseos de los sujetos sexuados con sus derechos o sus deberes.
          – No confundiendo los deseos con los impulsos, las excitaciones o las libidos.
          – No presuponiendo lo que hombres y mujeres desean, para terminar imponiendo lo que han de desear y hacer si quieren X (donde X va desde ser modernos o liberarse de no sé qué hasta construir relaciones «saludables»).
          – No mezclando los placeres originados en las búsquedas del otro (eros) con otros placeres de la vida para después, fruto de la confusión, invertir las lógicas sexuadas y eróticas del encuentro.
          – No problematizar relaciones, por ejemplo, con el manido discurso de que la vida cotidiana (nombrada tendenciosamente como rutina) es nociva.
          – No problematizar experiencias, por ejemplo, refiriéndose a los orgasmos como el clímax, éxtasis, máximo gozo, etc.
          – No jugar a la estrategia publicitaria de «cubrir necesidades o demandas» cuando previamente han sido sembradas de manera implacable.

          Son algunas de las cosas que se me ocurren sin ponerme demasiado a ello. Algunas serán lógicas y otras más matizables. También creo que será poco frecuente que alguien (y menos alguien como tú y tu interés) las haga de manera intencionada. En realidad no importa mucho que se realicen con intención o sin ella si los resultados son los similares. Y, curiosamente, muchas veces todo empieza (y termina) en el verbo, el adjetivo o el sustantivo que se utilice.

          En la publicación hablábamos de «erótico» y aquí he puesto otros ejemplos.

          Un abrazo! 🙂

  2. josep dijo:

    Bona nit .
    Quiero exponer mi punto de vista al hilo de lo que se está comentando. Una cosa es la Venta de de Juguetes eróticos y otro el profesional de la Sexología . Como médico y master universitario en sexología ,orientación y terapia sexual me encuentro últimamente con casos que lo único que hacen es denostar la profesión de sexólogo , me explico tengo a un chico ahora en consulta que ha ido a 2 sesiones con una «sexóloga» con nombre y apellidos los cuales no voy a reproducir , ( la ha denunciado ) por problemas de eyaculación precóz , al final de la segunda sesión se fija en el título y lee que es Trabajadora Social con un master de no se qué historia de promoción (ese título tampoco pertenece a ninguna universidad sino a una fundación ) . Hace 2 semanas recibí a una pareja que habían estado con otra supuesta sexóloga : Titulación Magisterio infantil y Master en lo mismo. Sexoguay , dices que eres vendedor recien llegado a la sexología , te importaría decirnos que titulación previa tienes a la especialización en sexología , dudo que sea Medicina ó Psicología Clínica porque es palpable.
    Por otra parte he de decir que me pareces un buen vendedor al profundizar sobre el tema , pero un Sexólogo no es un vendedor de juguetitos es algo más serio , se ponen en nuestras manos la Salud de muchas personas . Por otra parte el quid de la cuestión están en los que venden y mercadean con la salud y no me refiero a tí ni a las personas que estudian esta especialidad sin deber tener acceso a ella sino en los que las ofertan, el negocio es el negocio.
    Adeu

    • Hola Josep!
      Bienvenido y muchas gracias por acercarte por aquí y participar de esta conversación. A veces los comentarios de una publicación resultan tanto o más interesantes que el propio texto publicado.

      Lo que comentas es bastante coherente y entendible cuando se considera que la sexología es una especialidad de otra u otras disciplinas troncales. Por precisar más, una especialidad del área de la salud.

      En efecto, tradicionalmente desde la medicina y la psicología clínica (por nombrar las que comentas) ha venido siendo así. Ahora bien, esa consideración no es la consideración sino una consideración. Y, dicho sea de paso, tampoco es la consideración oficial.

      Hasta donde sé, quien más cerca está de tener la autoridad (sin tenerla del todo, pero sí más cerca que cualquier otra entidad) en dilucidar estas cuestiones es la Asociación Estatal de Profesionales de la Sexología (AEPS) y dicha entidad no dice en ningún momento que la sexología sea una especialidad de otra disciplina. Es más, dice lo contrario: la sexología es una disciplina en sí misma. Dicho sea de paso, disciplina que no se ubica en el área de la salud.

      Así que, por mi parte y desde las experiencias que voy teniendo, los debates sobre «formaciones académicas previas» lamentablemente tienden a girar más en torno a «cuestiones territoriales» que a «buenas praxis profesionales».

      Sabemos, desgraciadamente de sobra, que piratas y «terroristas terapéuticos», habiendo cursado sus estudios reglamentarios, incluidas muchas de sus especialidades, hay en todas las profesiones. En el terreno de la salud, que es donde ejerces, estoy convencido que también conoces unos cuántos ejemplos.

      Por ello, entrar en casuísticas concretas, estimo que básicamente sirve para la gresca y el conflicto a propósito de las disputas territoriales permanentes. Casuísticas desgraciadas llaman a casuísticas desgraciadas. Otro profesional puede venir y decir que un médico tal o un psicólogo clínico cual. Porque es cierto, los tal y los cual, por desgracia, existen.

      Mi interés se centra en la buena praxis de profesionales de la sexología, entendida ésta como disciplina propia y no estando circunscrita al área de la salud. En esa profesión, los ejemplos de malas praxis también los hay y, hasta donde observo, no discriminan por razón de «estudios previos».

      Un abrazo y gracias de nuevo por tu aportación.

    • Sexoguay dijo:

      Hola Josep.
      Por lo que puedo observar parece que hay diferencias entre los profesionales de la sexología a la hora de definir cuál es la formación necesaria para llegar a formar parte del gremio.
      Por otra parte la Educación sexual es una parte de la sexología, y ¿quién mejor para hacer educación sexual que un Diplomado en magisterio y con titulación de especialista en sexología?
      Por su puesto que alguien sin ser psicólogo/a no tiene la formación para hacer terapia sexual. Ni alguien sin ser médico/a la tiene para resolver problemas médicos.
      Pero si considero que los profesionales de la educación, que además se especializan en sexología, pueden aportar su grano de arena dentro de la promoción de la salud sexual tanto en la formación de otros profesionales como en la divulgación de hábitos saludables a cualquier sector de la población.

      Desde mi puesto de trabajo como vendedor de accesorios para incorporar a la vida erótica, procuro hacer promoción de la salud sexual.

      Un saludo

      Fernando Alonso:
      Diplomado en magisterio (Ciencias humanas)
      Experto Universitario en Sexualidad Humana.
      Máster en Promoción de la salud sexual.
      Miembro de la AES

  3. josep dijo:

    Bueno, comprendo perfectamente tu postura Samuel como docente de un master………..no podrías decir otra cosa , sería tirar piedras sobre tu tejado. Dices que la sexología es una disciplina en sí mismas , no se a que te refieres ó que concepto tienes de «en sí misma» ,para acceder a cualquier título de master que acredite conocimientos de sexologia etc etc debes tener antes, previamente , de ante mano , primero un título universitario de Medicina ó Psicología que estas si SON EN SÍ MISMAS.
    Ya sabía yo que no eras ni psicólogo clínico ni mucho menos médico , diplomado en magisterio osea nada, y supongo que tú, Samuel serás algo parecido . Haceis buena pareja un vendedor de vibradores y vendedor de master todo a 100 . Hasta siempre

    • Hola Josep, buenas tardes.
      Lamento que tu desconocimiento sobre el campo profesional en el que ejerces (y su Historia) se convierta en ignorancia activa tan explícita y un tanto pedestre. Sin duda, una pena para el necesario diálogo interprofesional pero, como bien destacabas, en este campo profesional hay de todo y tu comentario da buena cuenta de ello.
      Un saludo y hasta cuando desees

    • Hola Josep:

      Cuando decimos que la sexología es una disciplina en sí misma lo hacemos porque entendemos que su episteme y campo de conocimientos no son subsumibles en los de otras disciplinas. Observa que digo “episteme” y “campo de conocimiento”, no “regulación administrativa” ni “titulación universitaria”. Son dos niveles distintos que conviene no confundir.

      Hay disciplinas que podemos considerar consolidadas en Europa y EEUU, como la Psicología o la Sociología, pero que no existen como carreras en otros países. Eso se debe, como digo, a regulaciones administrativas, no a cuestiones epistemológicas. Así, sucede que en Canada existe la carrera ¡y hasta el doctorado! de Sexología (http://www.sexologie.uqam.ca/), pero en España no. Avatares administrativos, sí, y sobre todo grupos de presión de los colegios de médicos y de psicólogos para que nadie les quite su trozo del pastel.

      Es interesante para este debate traer a colación los orígenes de la Sexología a fines del XIX y principios del XX. ¿Quiénes son los primeros sexólogos? Básicamente, médicos. Pienso en Hirschfeld, Bloch, Ellis, Forel, Levy-Lenz, Moll… ¿Por qué médicos? Porque son los únicos a los que se permite abordar el sexo con legitimación científica (de nuevo aparecen los grupos de presión y las regulaciones administrativas).

      Por entonces la Psicología y la Sociología están en pañales. Pero, ¡ojo!, la patologización del sexo propia de la medicina les chirría y la rechazan. Como dirá famosamente Bloch (1907): “El autor del presente trabajo… está… convencido de que la consideración puramente médica de la vida sexual… es todavía incapaz de hacer plena justicia a las relaciones polifacéticas entre el campo sexual y todos los otros campos de la vida humana”. Así que se propone crear una “rama particular de la investigación”: la sexología.

      Dicho más claramente: la sexología surge contra la medicina. De ahí que nos llame la atención cuando se considera, sin rubor alguno, la sexología como una rama de la medicina o la psicología. Doblemente curioso resulta cuando al dar clases de historia de la sexología el alumnado de medicina o psicología no ha oído hablar de ningún sexólogo de la primera generación y, a pesar de tener supuestamente unas bases, todo les resulta nuevo y extraño. (A título personal, y por si te ayuda a leerme, en mi licenciatura de psicología tampoco vi nada de sexología).

      De hecho, una parte significativa de nuestros escritos y clases lo dedicamos a reparar el daño producido por la normalización/patologización que efectúan tus dos disciplinas de referencia (medicina y psicología) en la experiencia sexuada y erótica de la población. Por alguna razón me vienen a la memoria ahora autores como Michel Foucault o Peter Conrad.

      Con ello, amablemente te invitamos a guardar las piedras en los bolsillos pero, sobre todo, a poner los pies sobre la tierra.

      Saludos

  4. Ava Maof dijo:

    Una lucidez incómoda la vuesta, aunque tan necesaria.
    Y así, con mi cajón lleno de juguetitos «genitales», celebro esta fantástica entrada. Salud por vosotros, chicos 😉

  5. libelia dijo:

    He leído encantada el post y también la discusión generada. No soy sexóloga, aunque espero poder tener el año que viene el dinero suficiente para pagarme el master. Me interesa enormemente el mundo de la sexología y el eros, no tanto el de la terapia como el de la divulgación y la formación, por algo soy licenciada en Periodismo. Y curiosamente me acerqué a este terreno a través de la venta de «artilugios, artefactos y demás producto para el placer» y a mi deseo, como expresa Samuel, de saber más e intentar que mis reuniones (soy asesora tuppersex) fueran algo más que una descripción de juguetes para adultos. Reunión tras reunión te das cuenta de que la gente demanda información y he descubierto que me interesa más esa faceta de mi trabajo, que la propia venta; pero desgraciadamente es ésta la que me reporta los ingresos. Por eso entiendo cuando Samuel habla de venta y formación sin que ello sea contradictorio. En cualquier caso, los juguetes para adultos, al margen de como los adjetivemos, igual que las cremas de belleza o el pan que ponemos en la mesa todos los días, son algo que la gente demanda y que pueden aportar tanto al individuo como a la pareja (trío o grupo) su momento lúdico. No hay que venderlos como una necesidad sino como una opción, igual que el resto de productos. Aquí habría que discutir los males de la publicidad y el marketing, en los que tengo que daros la razón.

    Estoy de acuerdo, por mi propia formación, con que las palabras y los adjetivos con los que las califiquemos son importantes y que hay que utilizar el adecuado. Al margen de que sean otros los que la gente entienda mejor, es necesario reeducar -sea el área que sea- e intentar que lo correcto sea lo que se use, porque de otro modo se generalizan ideas y conceptos equivocados. Es por eso que tengo que aplaudir este artículo y reconocer que tengo mucho que aprender y mucho que corregir. En ese camino me encuentro y espero que más artículos como éste (o aquel sobre «el sexo oral») me ayuden a mejorar, a la espera de poder realizar una formación más específica. Perdonad si utilicé mal los términos, prometo ir haciéndolo mejor.

    Y ahora os dejo que tengo que leerme toda la bibliografía que aportáis. 😉
    Un abrazo

    Libe Li
    http://www.libelia.blogspot.com

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