Asistencias e insistencias sobre lo sexual y los sexos

Camino entre el bosque de cerezos en flor

Camino entre el bosque de cerezos en flor
By Víctor Estrada Díaz
Vía Wikimedia Commons

A pesar del abundante y tedioso ruido existente en las redes sociales, a veces se producen gratas sorpresas con encuentros de lo más agradables. En lo que ahora nos ocupa, es el caso de la iniciativa “sex asistent”.

De sus integrantes, conocemos sobre todo a Rafa Reoyo, Silvina Peirano y Soledad Arnau (a quienes desde aquí enviamos un fuerte abrazo) pues, desde el curso pasado, son con quienes estamos preparando poco a poco, a nuestro ritmo, entusiasmados, una jornadita de ésas que nos gustan: breve, sencilla y, creemos, bastante jugosa en contenidos sobre la iniciativa «sex asistent».

¿Cuándo? Al hilo del tema y siguiendo los deseos del gran Neruda: en breve, cuando los cerezos y la primavera se entiendan de esa manera tan peculiar.

De momento, te invitamos a acercarte a este tema y leer sobre ello. Para ello puedes comenzar siguiendo este enlace, donde lo explican sus propios protagonistas.

Por nuestra parte, como de costumbre, vamos más despacio y también, por qué no decirlo, por otro camino; pero casi seguro que no a otro lado. Quizá por ello tengamos esa sensación tan agradable de complementariedad.

Y es que nuestro material de trabajo, insistimos mucho en ello, no son los derechos, la salud y sus diferentes reivindicaciones sino los sujetos sexuados (derechos o torcidos, sanos o enfermos, de aquí o de allá) y su sistemática comprensión. Pensamos, estudiamos  y tratamos de explicar los sexos: sus identidades, modos, deseos, convivencias, procesos, interacciones, proyectos, etc. De ahí que nombremos a esto sexo-logía y no, por ejemplo, sexo-activismo.

En fin, que de ahí también nuestro empeño en el cuidado de los términos y sus significados, porque sin ellos difícilmente podemos articular el pensamiento de una manera mínimamente aceptable. Y, por supuesto, las ideas surgidas de ello son un poderoso motor que después mueven muchas más cosas.

Hoy compartimos aquí, como anticipo o “pequeña dosis” de lo que vamos avanzando, uno de los primeros pasos que solemos dar en este tipo de travesías y que siempre nos ha facilitado enormemente dar los siguientes. Se trata de lo relacionado con el uso del adjetivo sexual.

Sexual significa «de los sexos» y, por ello, de los sujetos sexuados, hombres y mujeres. De hecho, asistencia sexual (o de los sexos) y asistencia personal (o de las personas) hacen referencia a lo mismo (asistir a individuos) con la diferencia de que la primera conceptúa al individuo como sujeto sexuado y la segunda lo hace como persona. Curioso, ¿no?

Por ello, emplear el adjetivo sexual con ‘asistencia’ o ‘asistente’ para referirse a zonas anatómicas/corporales (genitales o no), a prácticas/conductas (follar o no), resultados determinados (placeres u orgasmos) o estímulos/estados determinados (excitación o no), constituye un error. Es, por decirlo así, un descuido terminológico.

Errores y descuidos que no son nuevos (se repiten demasiado) y que, a la larga, tienen consecuencias negativas. Tal vez el ejemplo más cercano (y un tanto vergonzoso) sea la confusión generada, con sus interminables disputas, en torno a la manida educación sexual.

Cuando se quiere entender que sexo es sinónimo de follar, la educación sexual se convierte automáticamente en educación para el folleteo. Así, con esta excusa de lo sexual, no es extraño encontrar a quienes hablan y se centran en follar con cuidado (sexo seguro lo llaman).

Cuando se quiere entender que sexo es sinónimo de placeres y orgasmos, la educación sexual se convierte entonces poco menos que en educación hedonista o periorgásmica. Así, con esta excusa de lo sexual, no es extraño encontrar a quienes hablan y se centran en trucos, pericias y técnicas para disfrutar más o incluso para aumentar la competencia orgásmica: los orgasmos obtenidos y promovidos en el otro.

Tampoco faltan quienes, desde sus vacíos por ser lo sexual una excusa, caen en su propia trampa al afirmar (casi misteriosamente) que no todo va a ser follar u orgasmar sino que también «hay más cosas…”. Más cosas que, sin apenas concretar a qué se refieren, suponemos que serán besos, caricias, sentimientos, y esas cosas poco susceptibles de generar grandes alarmas, problemas o peligros.

¿Hasta cuándo seguir explicando que la educación sexual, o de los sexos, es la educación de hombres y mujeres como los sujetos sexuados que son, de sus identidades y convivencias? Nosotros lo tenemos claro: siempre que haga falta y no sólo cuando se habla de educación.

Por todo ello, ante la asistencia sobre lo sexual, nuestra insistencia en que sexual significa de los sexos, de los hombres y las mujeres en tanto hombres y mujeres, y no del folleteo, de los genitales o de los placeres.

E insistimos porque consideramos que lo que hay detrás de la iniciativa “sex asistent” merece primeramente poder pensarse para, después, poder debatirse si se ve necesario porque, sencillamente, se trata una vez más de ser capaces de pensar en los sujetos (cualesquiera que fueran sus circunstancias y biografía) desde la dimensión sexuada, erótica y relacional que todo sujeto, hombre y mujer, posee.

Pero también insistimos porque sabemos que históricamente no ha habido manera más eficaz de impedir la posibilidad de pensamiento y debate que adjetivando algo con sexual: abuso sexual, acoso sexual, agresión sexual, etc., donde sólo cabe la reacción convulsa, el alboroto y la confrontación.

Un último apunte: es habitual que cuando, por un motivo u otro, se desestima el uso del adjetivo sexual, aparezca enseguida el de erótico, o de Eros. En este caso sucede algo bien similar, aunque lógicamente con sus propios matices. Algunos de ellos ya los comentamos en Juguetes eróticos, artilugios genitales y subterfugios comerciales.

Para lo que aquí nos ocupa, baste decir que los sujetos son eróticos (buscadores del otro) por el hecho de ser sexuados. Eróticos no son los objetos, sino los sujetos sexuados. De tal manera que no puede existir la función de asistencia erótica sino, en todo caso, la de asistencia al sujeto erótico.

Dicho sea de paso, esta asistencia, ayuda o atención a los sujetos eróticos en la búsqueda y gestión del encuentro con el otro (asistencia al sujeto erótico, que no asistencia erótica), es una de las cuestiones centrales y constantes que realizamos los profesionales de la sexología en las consultas, mayormente privadas.

Exactamente igual sucede con la asistencia al sujeto sexuado (que no asistencia sexual) en el modo de ir haciéndose el peculiar y único sujeto sexuado que es, con lo que también trabajamos en estas consultas profesionales.

¿Otra dosis? La tentación de usar otros adjetivos… que lo dejamos para la próxima publicación.

Samuel Díez Arrese, Antonio Cubillo Herráiz y Almudena Herranz Roldán

Bibliografía:
Amezúa, Efigenio (2006): SexologemasRevista española de sexología, Nº 135-136, Madrid.
– (2003): El sexo: Historia de una idea. Revista española de sexología, Nº 115-116, Madrid. [Pdf completo].
– (1999): Teoría de los sexos. La letra pequeña de la sexologíaRevista Española de Sexología, Nº 95-96, Madrid.
– (1997): La nueva criminalización del concepto de sexo. (Una historia de ciclo corto dentro de otra de ciclo largo). Anuario de sexología, Nº 3, pp. 5-14. [Pdf completo]

Díez, Samuel (2009): El papel de la familia en la educación sexual de los adolescentes. Recolección de artículos del kiosko del Instituto de Sexología Incisex.

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Acerca de Samuel Díez Arrese

Profesor del Máster en Sexología del Instituto de Sexología Incisex y la Universidad de Alcalá de Henares. Co-coordinador del programa de Sexología Avanzada. Blog: https://sexologiaenredessociales.wordpress.com/
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7 respuestas a Asistencias e insistencias sobre lo sexual y los sexos

  1. Eva Gina dijo:

    Vaya, os había dejado un comentario muy largo y no me lo ha publicado 😦
    Decía que me ha parecido genial el texto, no he podido evitar leerlo diciendo que sí con la cabeza todo el tiempo! Pero quería haceros un apunte que me ha surgido al leerlos, y es la manía tan extendida de decir que actualmente estamos «sexualizando» a los niños o los preadolescentes. Los niños nacen sexuados, y me parece que el mal uso del término en ese caso concreto es especialmente delicado porque, desde el momento en que decimos que «no deberían ser seres sexuados», les negamos el reconocerles la propiedad de su sexualidad.

    • Pues sí, Eva, qué pena porque no nos ha llegado nada 😦
      Es un apunte importante el que haces. Máxime cuando lo más interesante es que, además de nacer sexuados, nos vamos sexuando (en gerundio) a lo largo de nuestras biografías. Aquí siempre vuelve (y revuelve) la famosa frase de Simone de Beauvoir «la mujer no nace, se hace».
      Cabe preguntarse, entonces, cómo influye o qué repercusiones tiene esa tendencia a tratar como «asexuados» a hombres y mujeres por el hecho de estar en una etapa biográfica concreta o sencillamente (y al hilo de esta entrada) tener determinadas circunstancias biográficas.
      Un beso! 😉

      • Eva Gina dijo:

        Pues podría ser muy buena continuación a este post el explorar las repercusiones. En el caso de la mujer, probablemente la más importante sea su estigmatización como ser no dueño de su sexualidad (de cómo alimentarla, construirla, gestionarla o incluso de qué se considera su sexualidad o al menos la propia de su género). Aunque no tengo claro si es un estigma o directamente una herramienta de control :/
        Gracias por hacerme darle vueltas a la cabecita, como siempre.
        Besos!

  2. Ava Maof dijo:

    Siempre poniendo los puntos sobre las íes… Qué buen texto!

  3. Adry dijo:

    Te nominé al premio «The cracking chrispmouse bloggywog award» no preguntes que significa jeje
    Entra en este enlace:http://4phoenix.wordpress.com/2014/02/26/mmuarg-blog-recibe-una-segunda-nominacionahora-de-parte-de-the-cracking-chrispmouse-bloggywog-award/

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