Educación social con sex-appeal

Soy educadora social y siempre me ha gustado observar mi entorno y escuchar lo que me rodea. Me encantan los humanos con sus constantes complicaciones y coimplicaciones, sobre todo cuando éstas son pequeñas y cotidianas.

Mi curiosidad por conocer a los hombres y las mujeres con quienes trabajo (sus formas de ser y relacionarse, sus encuentros, encontronazos, conflictos, despechos, atracciones, entendimientos, desconfianzas que generan…) me ha ido conduciendo por muchos lugares hasta lograr dar con esta sexología.

Hace un par de semanas conversaba con una compañera a la salida del trabajo,  como de costumbre, sobre estos pequeños y grandes enredos a propósito de un lío que había tenido un chico con su pareja («o algo así, pero no del todo», como le gusta matizar).

El caso es que nos despedimos, también como de costumbre, con un par de ideas sobre por dónde podríamos tirar. Sin embargo, hubo una novedad: cuando nos despedimos me dijo: “Tienes que pasarme algún libro de esos que lees”.

Así que me puse a darle vueltas a esta pregunta: ¿cómo ha contribuido esta sexología en mi trabajo como para que me pidan libros sobre ello?

Me salió una respuesta rápida, sencilla, casi intuitiva: he podido deshacerme de los discursos y perspectivas normativizantes. Ahora sé que las mujeres y los hombres se hacen en mutua referencia, comprendo por qué nos buscamos y cómo, y puedo explicar la diversidad de deseos y formas de encuentros que existen. Incluso muchos de sus líos… Ahora puedo preguntar a esos chicos y chicas «¿cómo veis estas cosas?» Sabiendo que son preguntas para ellos y ellas pero que no pueden responderse desde esta orilla sin caer en proselitismos de lo más variopintos.

Pero también hay una respuesta más lenta, compleja y meditada que precisamente permite la anterior. Tal vez por ello sea más teórica o más conceptual. Más aburrida, también me ha dicho alguien.

Descubrir que los sexos, hombres y mujeres, además de evidencias, son conceptos. Y, como tales, capaces de ordenar mi pensamiento.

Que ambos sexos se hacen unos a otros de manera relativa y relacional a través de sus biográficos y circunstanciales procesos de diferenciación e identificación correspondientes.

Al tener mayor conocimiento y control sobre estos aspectos cotidianos relacionados con los hombres y mujeres que somos en relación, en mi intervención profesional ya no se me cuelan los sistemáticos e implacables mensajes sobre “cómo debe ser una mujer y un hombre” que unos y sus contrarios, progres y regres, prescriben una y otra vez, cual péndulo inagotable.

Este necesario paso (¿tal vez salto?) del deber ser a lo que se es logro darlo toda vez que voy comprendiendo e integrando la dimensión sexuada de los sujetos en mis intervenciones.

Abandonando el conjunto de discursos que, prescribiendo y proscribiendo modos de ser y estar en el mundo, contribuyen a un profundo malestar cuando lo que cada mujer y cada hombre es, o desea ser, no coincide con lo que se ordena que sea (esto es, la inmensa mayoría de las veces). Porque la realidad se empeña en mostrarnos que no hay dos formas idénticas de ser mujer y de ser hombre. No hay un solo rasgo excluyente en hombres o en mujeres. De tal forma que la peculiar, única e irrepetible forma de ser,  no sólo nos convierte en seres variados, sino sobre todo valiosos.

Poder contribuir en la promoción y desarrollo de la diferencia y su diversidad resultante, cultivar la legítima rareza consustancial a cada individuo, no caer en la trampa de considerar que lo esperable o preferible en cada sexo, por un motivo u otro, deba ser obligatorio con sus correspondientes “correcciones”, etc., me parecen ideas necesarias y muy valiosas para poner en juego como educadora en mis intervenciones.

En definitiva, aprendiendo a manejar en la educación sexual que realizo el hecho de que cada momento educativo es un granito más en la intervención con los sexos que son.

A grandes rasgos, esto ha sido, y está siendo, buena parte de la aportación que saco de la sexología en mi quehacer diario como educadora. Así que me encuentro recopilando los libros que le “dejaré” consciente de que, si elijo bien, no me los devolverá.

Hay dos que irán seguro: un cuento para la infancia y una historia para profesionales:
Una historia fantástica: El amor contado a los niños (ebook)
Sexo: Historia de una idea (pdf)

Sonia Conde, sexóloga y educadora social

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Acerca de Sonia Conde

Sexologa y educadora social. Máster en sexología y sexología avanzada en el Instituto de sexología Incisex. Co-fundadora del centro sexológico SEXORUM, cooperativa de iniciativa social. Responsable del área de educación y coordinación con redes. http://www.sexorum.org/ ; https://sexologiaenredessociales.wordpress.com/
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Una respuesta a Educación social con sex-appeal

  1. libelia dijo:

    Hola Sonia!
    Agradecerte la entrada y las recomendaciones. Tengo bajado ya el .pdf y me he leído Una historia fantástica. Recomiendo desde aquí su lectura a todos, tanto por la forma (es un libro precioso con unas ilustraciones bellísimas) como por el fondo (una explicación de la sexuación entendible por cualquiera, no en vano es para niños).
    Seguiré atenta tus próximas aportaciones y cualquier otra de este blog que, sinceramente, me está ayudando mucho. Saludos!

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